Tomado de: González, J. M. (2005) Salud Familiar y Drogadicción. 3ª Edición. Barranquilla: Editorial Antillas.
Desde la
perspectiva contemporánea, la adicción al alcohol y otras drogas, al juego de azar, a la comida, al sexo y la pornografía, al trabajo, etc. es una
enfermedad familiar.
Es trasmitida a través de la familia, afecta a toda la
familia, es mantenida generalmente por miembros de la familia y su recuperación
debe hacerse trabajando con toda la familia.
Todo
individuo que convive con un adicto seis
o más meses se enferma. Los miembros de la familia en donde hay un adicto presentan problemas físicos (dolores
de cabeza, infarto, trastornos estomacales, etc.), problemas mentales
(trastornos de la memoria, de la concentración, etc.), problemas emocionales
(ira, angustia, miedo, resentimiento, etc. ), problemas sociales (pérdida de
las amistades, miedo al que dirán, vergüenza con los vecinos y familiares,
etc.) y problemas espirituales (alejamiento del ser superior, mentiras, chantaje, violaciones, robos,
etc.).
Características de las familias donde se presenta la adicción
Hay
varias características típicas de las familias donde se presenta la adicción, además de la predisposición hereditaria. El manejo de la
autoridad y del afecto es muy importante en el
inicio y el mantenimiento del consumo de drogas en los miembros de una
familia. En la familia donde no hay autoridad o exceso de autoridad es muy
probable que se fomente la adicción. Lo mismo ocurre en
las familias donde no hay expresión de afecto o donde hay excesivo afecto, que se convierte en sobreprotección.
Características de las familias donde no se presenta la drogadicción
Una investigación del Dr. Augusto Pérez, director del Programa Nacional de
Prevención de la Drogadicción en Colombia, muestra que en nuestro medio las familias
donde no se presentan problemas de drogadicción tienen las siguientes
características:
- Una buena relación de pareja, con respeto, afecto, capacidad mutua de escuchar y solución de los conflictos sin violencia física o psicológica.
- Ausencia o bajo consumo de
bebidas alcohólicas por parte de los padres y otros familiares cercanos.
- Ausencia de consumo, por parte
de los padres y otros familiares cercanos, de otras drogas, como el
tabaco, la marihuana, la cocaína, las pastillas para los nervios o el
basuco.
- Creencias religiosas o
espirituales de los padres en un ser superior.
- Actividades conjuntas de padres
e hijos, como comidas, paseos, visitas sociales, eventos escolares y
juegos en forma regular.
- La expresión abierta y cotidiana
de cariño y afecto entre los diferentes miembros de la familia mediante
abrazos, caricias, palabras o gestos.
- El reconocer, señalar y hablar
en forma explicita, y con regularidad, de las habilidades, capacidades,
cualidades y creatividad de cada uno de los integrantes de la familia,
manteniendo una actitud de atención sobre sus cambios y desarrollo.
- El contar con reglas claras y
coherentes que sean el fruto de la concertación y el consenso, donde los
roles y las relaciones están bien definidos y los limites entre
generaciones posibilitan a la vez la diferencia y la armonía.
- La ausencia de castigos
humillantes y juicios degradantes.
- El diálogo abierto, cariñoso,
oportuno y atento sobre los diferentes temas que interesan o preocupan a
cualquier miembro de la familia.
- La presencia de rituales que
acerca o unen a la familia tanto en momentos de alegría como de tristeza.
Ceremonias para momentos tristes y celebraciones para horas de alegría,
que le permiten crear una red de apoyo, solidaridad y sentido de
pertenencia.
- El contar con historias
compartidas y recuerdos sobre sus antepasados, su lugar de origen, hechos
extraordinarios realizados con personas de su grupo y acciones familiares
que han recibido reconocimiento del grupo social.
- Ausencia de desautorización de
uno de los padre hacia el otro. Las naturales discrepancias que se
presentan entre los padres durante el diario vivir son conversadas y
resueltas por la pareja en ausencia de los hijos.
- En el marco del respeto a los
valores familiares, tanto los hijos como los padres pueden escoger con
libertad sus creencias religiosas, la manera de vestir, los gustos, el
trabajo y otras cosas.
Cada una de estas características pueden
servirte de guía para aquellos padres que desean que sus hijos tengan la menor
probabilidad de involucrarse en el consumo de drogas.
Facilitadores y coadictos
Generalmente el adicto tiene uno o varios
facilitadores. Un facilitador es un persona (usualmente la madre o la esposa
del adicto) que “alcahuetea” la adicción. El
facilitador generalmente siente mucho amor, mucho temor o mucha ira, y estas
tres emociones no le permiten actuar en una forma adecuada.
Se llama coadicto a la persona que crea
dependencia del adicto. Así como el alcohólico necesita el alcohol, así el
coadicto necesita del adicto. Las personas
coadictas han sido generalmente criadas en hogares donde experimentaron
situaciones desagradables: tales como peleas, discusiones, violencia, maltrato,
consumo de drogas, divorcio y demás trastornos de los padres. La persona coadicta tiene mucho miedo de ser rechazada y
generalmente ama en una forma obsesiva (igual que el adicto) lo que lleva a una
relación enferma entre la persona adicta y la persona coadicta.
La persona con la enfermedad de la
coadicción tiende asumir la
responsabilidad del adicto. Si por ejemplo el adicto pierde su empleo (a causa de sus acciones) la persona coadicta se consigue un empleo y comienza a producir
dinero para responder por las obligaciones del adicto. Familias Anónimas, un
grupo de apoyo para familiares de alcohólicos y drogadictos, publico una carta
abierta de un drogadicto que resume lo que no se debe hacer cuando se tiene un
familiar drogadicto.
La persona coadicta prefiere racionalizar o
minimizar la adicción en vez de aceptar que su padre, hermano, cónyuge o
hijo es adicto. Generalmente la persona coadicta se busca
excusas para explicarse, por ejemplo, porque su adicto consume drogas. Las más comunes son:
“El problema son los amigos, que lo inducen
a tomar trago y usar drogas, si él no tuviese esos amigos, no lo haría”.
“El problema
es que su mujer no lo comprende, si no se hubiera casado con ella, él no sería
así.”
“El problema es que él tiene mucho trabajo,
si no fuera por eso, él no consumiría drogas”.
El hecho real es que el adicto consume
droga porque tiene una enfermedad, pero para el coadicto es muy difícil aceptar
que su adicto es enfermo, que es un drogadicto.
La persona coadicta elimina o mitiga las consecuencias negativas del comportamiento adictivo. Esto permite que las acciones
autodestructivas del adicto continúen por mucho más tiempo del que
durarían si el enfermo no contara con el apoyo del coadicto. El adicto solo,
sin que lo ayuden, se vive metiendo en problemas. Si cada vez que el adicto se
mete en problemas, sufre las consecuencias negativas de su adicción, es muy
probable que pare rápidamente. Pero si cada vez que el adicto se mete en
problemas, aparece el coadicto y le resuelve los problemas, lo que ocurre es
que el enfermo va ha continuar con su adicción por mucho tiempo.
Generalmente el coadicto se enfrenta
al adicto en una forma agresiva, esto despierta la ira del adicto e impide que el enfermo reciba el
mensaje correctamente, no es lo mismo decirle al adicto:
“Eres un desgraciado que está destruyendo
nuestras vidas cada vez que usas drogas, cada vez que llegas borracho te odio
más”.
que
decirle:
“Siento que estas destruyendo nuestras
vidas cada vez que usas drogas, cada vez que llegas borracho, siento que mi
amor por ti disminuye”.
Cuando se
critica a un adicto, es muy importante no agredirlo, es mejor decirle lo que
nosotros sentimos cuando el usa drogas sin insultarlo.
Hijos de los adictos
Hijos de los adictos
Los expertos han detectado que los adictos tienen generalmente hijos con
características típicas (Muñoz, 1987; Velasco, 1988).
Las investigaciones
científicas muestran que los adictos tienen
cuatro grandes tipos de hijos:
“El héroe familiar”, “El rebelde”, “El retraído”, y “El payaso”. Cada uno de estos tipos de
personas ha sido estudiado detenidamente, veamos las principales
características de cada uno de estos:
El héroe familiar
Este
es generalmente el hijo o la hija mayor del adicto. Es el que más ayuda a la
familia. Da la apariencia de tener éxito en la vida pero internamente sufre de
soledad, ira, perfeccionismo, depresión y ansiedad.
Usualmente el héroe
familiar cree que no tiene problemas, y esto es apoyado por el gran éxito
económico que estas personas logran con base en ser supremamente responsables y
trabajadores.
Algunos especialistas los llaman “alcohólicos del trabajo”
(adicción al trabajo). La gran mayoría trabajan en la ciencia de la salud o el
comercio.
Estas personas tienen tendencia a tener dolor de cabeza, úlceras y
enfermedades del corazón. Necesitan tratamiento profesional.
El rebelde
Generalmente no es el hijo mayor y no puede competir con su hermano el héroe,
ya que este se roba la atención de la familia.
El rebelde se convierte en la
“oveja negra” de la familia para llamar la atención. Busca apoyo fuera del
núcleo familiar, lo que lo lleva a salir de la casa desde muy temprana edad.
Consume desde muy joven alcohol y otras drogas, tiene problemas escolares,
sociales y legales. Su vida sexual es promiscua y si es mujer tiene embarazos
no planificados desde muy joven.
El rebelde es una persona que siente mucha
soledad, ira, miedo y rechazo.
Generalmente es la primera persona que
busca ayuda profesional en la familia.
El retraído
Generalmente es una persona tranquila, sin problemas, con tendencia a engordar
y que se aparta de la familia y de los amigos.
El retraído siente soledad,
pena, baja autoestima, ira, inseguridad y sentimiento de culpa. No exige mucho
de la familia y pide muy poca ayuda a los que le rodean. Pueden presentarse
intentos de suicidio, muchas veces desconocidos por los demás, que generalmente
lo ven como un ser maravilloso, que nunca
causa problemas.
El retraído tiene problemas para tener
relaciones sociales y sexuales. La obesidad es típica de estas personas, que al
igual que sus hermanos, necesita asesoría profesional.
El payaso
Por
lo general dice cosas simpáticas, sin importancia, entretenidas y tiene muy
buen humor.
Tiene problemas para resolver problemas familiares por la tendencia
que tiene a reírse de ellos y de las preocupaciones. Le es difícil tomar la
vida en serio. Sus verdaderos sentimientos son inseguridad, miedo, confusión y soledad.
Pueden volverse drogadicto, pero no tan jóvenes como su hermano rebelde.
También están propensos al suicidio.
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