miércoles, 30 de julio de 2014

MODELO AMIGOS-PADRES-AMANTES PARA LA ARMONÍA CONYUGAL










ADICCION Y FAMILIA



Tomado de: González, J. M. (2005) Salud Familiar y Drogadicción. 3ª Edición. Barranquilla: Editorial Antillas.


Desde la perspectiva contemporánea, la adicción al alcohol y otras drogas, al juego de azar, a la comida, al sexo y la pornografía, al trabajo, etc. es una enfermedad familiar. 

Es trasmitida a través de la familia, afecta a toda la familia, es mantenida generalmente por miembros de la familia y su recuperación debe hacerse trabajando con toda la familia. 

Todo individuo  que convive con un adicto seis o más meses se enferma. Los miembros de la familia en donde hay un adicto  presentan problemas físicos  (dolores  de cabeza, infarto, trastornos estomacales, etc.), problemas mentales (trastornos de la memoria, de la concentración, etc.), problemas emocionales (ira, angustia, miedo, resentimiento, etc. ), problemas sociales (pérdida de las amistades, miedo al que dirán, vergüenza con los vecinos y familiares, etc.) y problemas espirituales (alejamiento del ser superior, mentiras, chantaje, violaciones, robos, etc.).

Características de las familias donde se presenta la adicción

Hay varias características típicas de las familias donde se presenta la adicción, además de la predisposición hereditaria. El manejo de la autoridad y del afecto es muy importante en el  inicio y el mantenimiento del consumo de drogas en los miembros de una familia. En la familia donde no hay autoridad o exceso de autoridad es muy probable que se fomente la adicción. Lo mismo ocurre en las familias donde no hay expresión de afecto o donde hay excesivo afecto, que se convierte en sobreprotección.

Características de las familias donde no se presenta la drogadicción

Una investigación del Dr. Augusto Pérez, director del Programa Nacional de Prevención de la Drogadicción en Colombia, muestra que en nuestro medio las familias donde no se presentan problemas de drogadicción tienen las siguientes características:
  • Una buena relación de pareja, con respeto, afecto, capacidad mutua de escuchar y solución de los conflictos sin violencia física o psicológica.
  • Ausencia o bajo consumo de bebidas alcohólicas por parte de los padres y otros familiares cercanos.
  • Ausencia de consumo, por parte de los padres y otros familiares cercanos, de otras drogas, como el tabaco, la marihuana, la cocaína, las pastillas para los nervios o el basuco.
  • Creencias religiosas o espirituales de los padres en un ser superior.
  • Actividades conjuntas de padres e hijos, como comidas, paseos, visitas sociales, eventos escolares y juegos en forma regular.
  • La expresión abierta y cotidiana de cariño y afecto entre los diferentes miembros de la familia mediante abrazos, caricias, palabras o gestos.
  • El reconocer, señalar y hablar en forma explicita, y con regularidad, de las habilidades, capacidades, cualidades y creatividad de cada uno de los integrantes de la familia, manteniendo una actitud de atención sobre sus cambios y desarrollo.
  • El contar con reglas claras y coherentes que sean el fruto de la concertación y el consenso, donde los roles y las relaciones están bien definidos y los limites entre generaciones posibilitan a la vez la diferencia y la armonía.
  • La ausencia de castigos humillantes y juicios degradantes.
  • El diálogo abierto, cariñoso, oportuno y atento sobre los diferentes temas que interesan o preocupan a cualquier miembro de la familia.
  • La presencia de rituales que acerca o unen a la familia tanto en momentos de alegría como de tristeza. Ceremonias para momentos tristes y celebraciones para horas de alegría, que le permiten crear una red de apoyo, solidaridad y sentido de pertenencia.
  • El contar con historias compartidas y recuerdos sobre sus antepasados, su lugar de origen, hechos extraordinarios realizados con personas de su grupo y acciones familiares que han recibido reconocimiento del grupo social.
  • Ausencia de desautorización de uno de los padre hacia el otro. Las naturales discrepancias que se presentan entre los padres durante el diario vivir son conversadas y resueltas por la pareja en ausencia de los hijos.
  • En el marco del respeto a los valores familiares, tanto los hijos como los padres pueden escoger con libertad sus creencias religiosas, la manera de vestir, los gustos, el trabajo y otras cosas.
Cada una de estas características pueden servirte de guía para aquellos padres que desean que sus hijos tengan la menor probabilidad de involucrarse en el consumo de drogas.

Facilitadores y coadictos

Generalmente el adicto tiene uno o varios facilitadores. Un facilitador es un persona (usualmente la madre o la esposa del adicto) que “alcahuetea” la adicción. El facilitador generalmente siente mucho amor, mucho temor o mucha ira, y estas tres emociones no le permiten actuar en una forma adecuada.
Se llama coadicto a la persona que crea dependencia del adicto. Así como el alcohólico necesita el alcohol, así el coadicto necesita del adicto. Las personas coadictas han sido generalmente criadas en hogares donde experimentaron situaciones desagradables: tales como peleas, discusiones, violencia, maltrato, consumo de drogas, divorcio y demás trastornos de los padres. La persona  coadicta tiene mucho miedo de ser rechazada y generalmente ama en una forma obsesiva (igual que el adicto) lo que lleva a una relación enferma entre la persona adicta y la persona coadicta.
La persona con la enfermedad de la coadicción tiende  asumir la responsabilidad del adicto. Si por ejemplo el adicto pierde  su empleo (a causa de sus acciones) la persona coadicta se consigue un empleo y comienza a producir dinero para responder por las obligaciones del adicto. Familias Anónimas, un grupo de apoyo para familiares de alcohólicos y drogadictos, publico una carta abierta de un drogadicto que resume lo que no se debe hacer cuando se tiene un familiar drogadicto.
La persona coadicta prefiere racionalizar o minimizar la adicción en vez de aceptar que su padre, hermano, cónyuge o hijo es adicto. Generalmente la persona coadicta se busca excusas para explicarse, por ejemplo, porque su adicto consume drogas. Las más comunes son:

“El problema son los amigos, que lo inducen a tomar trago y usar drogas, si él no tuviese esos amigos, no lo haría”.

“El problema es que su mujer no lo comprende, si no se hubiera casado con ella, él no sería así.”

“El problema es que él tiene mucho trabajo, si no fuera por eso, él no consumiría drogas”.

El hecho real es que el adicto consume droga porque tiene una enfermedad, pero para el coadicto es muy difícil aceptar que su adicto es enfermo, que es un drogadicto.

La persona coadicta elimina  o mitiga las consecuencias negativas del comportamiento adictivo. Esto permite que las acciones autodestructivas del adicto continúen por mucho más tiempo del que durarían si el enfermo no contara con el apoyo del coadicto. El adicto solo, sin que lo ayuden, se vive metiendo en problemas. Si cada vez que el adicto se mete en problemas, sufre las consecuencias negativas de su adicción, es muy probable que pare rápidamente. Pero si cada vez que el adicto se mete en problemas, aparece el coadicto y le resuelve los problemas, lo que ocurre es que el enfermo va ha continuar con su adicción por mucho tiempo.

Generalmente el coadicto se enfrenta al adicto en una forma agresiva, esto despierta la ira del adicto e impide que el enfermo reciba el mensaje correctamente, no es lo mismo decirle al adicto:

“Eres un desgraciado que está destruyendo nuestras vidas cada vez que usas drogas, cada vez que llegas borracho te odio más”.

que decirle:

“Siento que estas destruyendo nuestras vidas cada vez que usas drogas, cada vez que llegas borracho, siento que mi amor por ti disminuye”.

Cuando se critica a un adicto, es muy importante no agredirlo, es mejor decirle lo que nosotros sentimos cuando el usa drogas sin insultarlo.



Hijos de los adictos

Los expertos han detectado que los adictos tienen generalmente hijos con características típicas (Muñoz, 1987; Velasco, 1988). 

Las investigaciones científicas muestran que los adictos tienen  cuatro grandes  tipos de hijos: “El héroe familiar”, “El rebelde”, “El retraído”,  y “El payaso”. Cada uno de estos tipos de personas ha sido estudiado detenidamente, veamos las principales características de cada uno de estos:

El héroe familiar

Este es generalmente el hijo o la hija mayor del adicto. Es el que más ayuda a la familia. Da la apariencia de tener éxito en la vida pero internamente sufre de soledad, ira, perfeccionismo, depresión y ansiedad. 

Usualmente el héroe familiar cree que no tiene problemas, y esto es apoyado por el gran éxito económico que estas personas logran con base en ser supremamente responsables y trabajadores. 

Algunos especialistas los llaman “alcohólicos del trabajo” (adicción al trabajo). La gran mayoría trabajan en la ciencia de la salud o el comercio. 

Estas personas tienen tendencia a tener dolor de cabeza, úlceras y enfermedades del corazón. Necesitan tratamiento profesional.

El rebelde

Generalmente no es el hijo mayor y no puede competir con su hermano el héroe, ya que este se roba la atención de la familia. 

El rebelde se convierte en la “oveja negra” de la familia para llamar la atención. Busca apoyo fuera del núcleo familiar, lo que lo lleva a salir de la casa desde muy temprana edad. Consume desde muy joven alcohol y otras drogas, tiene problemas escolares, sociales y legales. Su vida sexual es promiscua y si es mujer tiene embarazos no planificados desde muy joven. 

El rebelde es una persona que siente mucha soledad, ira, miedo y rechazo.

Generalmente es la primera persona que busca ayuda profesional en la familia.

El retraído

Generalmente es una persona tranquila, sin problemas, con tendencia a engordar y que se aparta de la familia y de los amigos. 

El retraído siente soledad, pena, baja autoestima, ira, inseguridad y sentimiento de culpa. No exige mucho de la familia y pide muy poca ayuda a los que le rodean. Pueden presentarse intentos de suicidio, muchas veces desconocidos por los demás, que generalmente lo ven como un ser maravilloso, que nunca  causa problemas.

El retraído tiene problemas para tener relaciones sociales y sexuales. La obesidad es típica de estas personas, que al igual que sus hermanos, necesita asesoría profesional.


El payaso

Por lo general dice cosas simpáticas, sin importancia, entretenidas y tiene muy buen humor. 

Tiene problemas para resolver problemas familiares por la tendencia que tiene a reírse de ellos y de las preocupaciones. Le es difícil tomar la vida en serio. Sus verdaderos sentimientos son inseguridad, miedo, confusión y soledad. 

Pueden volverse drogadicto, pero no tan jóvenes como su hermano rebelde. También están propensos al suicidio.


OBJETIVOS DEL BLOG




Este blog se propone modificar los conceptos erróneos y facilitar la información necesaria para vivir una vida sobria, libre de adicciones.

Se busca propiciar cambios positivos en las actitudes, valores, hábitos y comportamientos que faciliten la sobriedad, el bienestar y la felicidad de los/las adictos/as y sus familias.



Está a cargo de José Manuel González, director del 
Centro de Psicología y Sexología - CEPSISEX